«Vallesordo» de Jonathan Arribas

A Nico le han encargado escribir una redacción sobre el verano más importante de su vida y no ha tardado mucho en identificar que su verano más “sig-ni-fi-ca-ti-vo” fue el del año pasado, el de quinto. Fueron unos meses marcados por el calor, por la amistad, por la inestabilidad familiar, por algún que otro desengaño y, sobre todo, por una ilusión más grande que él mismo: bailar.

El relato de “Vallesordo” (Libros del asteroide, 2025) es la tierna expresión “oral” de las emociones de un chaval de pueblo. Un cuento moderno en el que el viaje del héroe consiste en buscar la manera de llegar a Zamora capital para participar en un casting del concurso de baile «Fama Kids». Sus aliados son sus compañeros de clase, Izan y Telma; las hadas madrinas son la abuela y la tía Justi, y el villano no es ni más ni menos que el desencanto.

Jonathan Arribas (Zamora, 2001) consigue en su primera novela eso tan complicado que es darle voz a un niño y hacerlo creíble, y lo hace gracias a un lenguaje de estructuras y expresiones infantiles, lleno de transcripciones fonéticas de los anglicismos que escucha, y trufado de localismos castellanos y particularismos familiares. A ello también contribuye la técnica de transcribir el lenguaje desnudo, sin el corsé de las reglas de estilo tradicionales (nada de guiones de diálogos, ni comillas, ni cursivas). Todo esto hace que, junto a los temas que aborda, “Vallesordo” se convierta, salvando las distancias, en una suerte de “Panza de burro (Barret, 2020) a la zamorana, que es probablemente uno de los mayores elogios que se pueden dedicar a una novela en la actualidad.

Y, sin embargo, lo mejor en “Vallesordo” no es lo que se cuenta, sino lo que se trasluce. Detrás de esas vivencias infantiles y esas (tal vez excesivas) descripciones de coreografías, se esconden muchas más cosas: los problemas económicos y sentimentales de la familia, los nervios de la madre, el mal humor del padre, las preocupaciones de la abuela, la tristeza de la tía, la dejadez en la paternidad… Todo se deja ver desde el punto de vista sesgado e incompleto de un niño con respecto al mundo de los adultos, y esa visión parcial no hace sino impregnar de cierta tensión al relato.

Casi del mismo modo sutil se muestran los sentimientos que provoca en el protagonista su amigo Izan, algo que es más que amistad aunque Nico aún no sabe ponerle nombre. De igual manera que aparecen de forma superficial algunos comentarios y miradas en los que tampoco hace falta explayarse, porque todos hemos visto Billy Elliot y sabemos qué les dicen y cómo miran a los niños a los que les gusta bailar en un entorno donde no es lo habitual.

Jonathan Arribas reconoce haberse inspirado en “Historia de un chico” de Edmund White (Dutton, 1982; editado en español por Blatt & Ríos en 2021) para construir su novela sobre un niño “distinto” sin referentes en un entorno rural depauperado. Es también la misma estela de grandes obras como “Ahora es el momento de Tom Spanbauer (Random House, 2015) o “Para acabar con Eddy Bellegueule” de Édouard Louis (Salamandra, 2015), solo que en “Vallesordo” todo es mucho más amable, más ligero, tal vez más ingenuo. O tal vez es que, en este caso, la acción se desarrolla en pleno siglo XXI y las cosas —esperamos— son mejores.


VALLESORDO de Jonathan Arribas. Año de publicación: 2025. Editorial Libros del Asteroide. 216 páginas. ISBN: 978-8410178366

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