Dirán muchas cosas sobre esta película. Las buenas tal vez exageren; las malas también. Y lo que pasa es que la tendencia de crítica al cine mexicano comercial ya es un lugar común: señalar una y otra vez que se trata de un cine de realidades edulcoradas, blanqueadas. Y sí. Lo es. Siempre la epopeya aspiracional Cdmxiquense. Pero esa no es ninguna sorpresa. Todo eso se sabe desde el cartel. La película es consciente de la provocación que genera al mostrar la demasiada piel de Alejandro Speitzer, Bárbara López y Franco Masini como los protagonistas de la historia.
«Straight», del director Marcelo Tobar (Ciudad de México, 1977), no decepciona en ese sentido ya que jamás prometió que se trataba de otra cosa. (Si fuera cualquier otra película gringa nadie comentaría ese aspecto porque lo asumiríamos como un drama de verdad). El repele al cine mexicano se ha incrustado en nuestra mente (con justa razón). Tal vez eso nos sirva para replantearnos el cómo seguimos viendo con sello de superioridad a las producciones de Hollywood o Netflix frente a nuestra industria mexicana. (Sí, tenemos que nombrar a Hollywood como ejemplo porque es el cine que más nos llega y también está plagado de muchas tramas aspiracionales en ficciones de la capital).
«Straight» va a polarizar la conversación entre a quienes les pareció un asco y a quienes les encantó. Desde mi perspectiva, la película merece ser vista por los siguientes puntos que nada tienen que ver con los comentarios radicales:
1. Es un ejemplo reciente del cine mexicano comercial que no es propiamente una comedia. Sí, la película coquetea con momentos de humor, pero no es su género predilecto. Quién sabe cuál sea. ¿El supuesto dramedy? Yo llamo a esta categoría de películas como “de gusto culposo”.
2. La historia se mantiene en el plano de lo íntimo. La mayor parte ocurre al interior de un departamento. Para una película basada en una obra de teatro gringa (de ahí el origen del título en otro idioma) es una decisión extraña puesto que lo ideal hubiera sido llevar la historia a otras locaciones. Pero al guion no le interesan los adornos. Los 90 minutos transcurren entre diálogos, besos y secuencias de los personajes viéndose a escondidas cada vez más hasta que los tres habitan la misma casa sin percatarse.
3. «Straight» trata sobre lo que parece que va a tratar, pero al mismo tiempo no. No es un triángulo amoroso, pero sí lo es. Parece ser una historia que ya hemos visto, pero los argumentos no han sido hablados del todo.
4. No es una película de tema LGBT, pero sí es muy gay. Aunque se llama «Straight», se acerca más a un conflicto bisexual.
5. No es una historia sobre salir del clóset. Los personajes no están para hacer una buena representación LGBT, ni les interesa. Ro (Speitzer) y Cris (Masini) están atrapados en un gancho del deseo.
6. El trío no va de un romance, sino sobre los matices de una aventura. El amor versus lo apasionado del momento.
7. «Straight» es una película sobre las relaciones de pareja (aunque no estén casadas). Sobre encularse. Sobre pasarla bien. Sobre discutir y mejorar la comunicación. Sobre vivir algo y no negarlo. Sobre atreverse a sentir y tener el derecho a estar confundido. Sobre el color que hay entre ser straight o ser gay.
Plus: la película tiene una escena musical bastante camp. Los amantes bailan borrachos en un lujoso departamento bajo una luz azul, mientras echan espuma de champaña al ritmo de “Puto”, la polémica canción del grupo Molotov. Gran lección acerca de cómo apropiarse del insulto y subvertirlo desde la insolencia y unos cuantos besos de amor loco entre varones.∎
Imagen destacada: Fragmento del cartel oficial de «Straight».