Para acabar con Eddy Bellegueule hay que desmenuzar su infancia, examinar el entorno de pobreza —económica y moral— en el que se crio, y repasar todas las escenas crueles y humillantes que hicieron de él un joven a la huida. Así es, al menos, cómo se propuso Édouard Louis (Hallencourt, Francia, 1992) relatar una parte de su vida, la que le hizo ser quien es y huir de dónde nació.
«Para acabar con Eddy Bellegueule» (Salamandra, 2015) es un libro autobiográfico, pero no tiene una vocación metódica ni exhaustiva de relatar una vida de principio a fin, sino que se trata de una recopilación de escenas que componen el marco de su niñez. El autor rescata memorias de su infancia sin un orden cronológico específico, más bien de la manera errática en que se evocan los recuerdos, de un hecho a otro, de un tema a otro, escogiendo para ello anécdotas que a menudo ni siquiera concluyen porque solo sirven de excusa para describir un entorno y un modo de vida.
Si hay un atisbo de hilo conductor es el de las palizas que el pequeño Eddy recibe en el colegio por parte de dos chicos mayores. Esta es la escena con la que se inicia el libro y la que aparece de forma recurrente como el ejemplo más gráfico de la violencia. Es, también, la situación en la que se enmarca un comportamiento que resume todo el libro como un puñetazo en el estómago: la víctima, el niño, prefiere ir cada día al encuentro de sus acosadores para evitar que la paliza sea pública, la vergüenza por encima del dolor físico: “Me convertía en el mejor aliado y, hasta cierto punto, en el cómplice de esa violencia”
Esa vergüenza que se impone desde fuera es una constante. “Para mi familia y los demás, me había convertido en una fuente de vergüenza, incluso de repulsión” dice el propio autor, y lo refleja en el libro en esos incisos en los que habla con la voz de otros personajes, sus padres, sus hermanos, la gente del pueblo: “Eddy es un poco especial, bueno, especial no, un poco raro”, “¿Por qué elige hablar y comportarse como una chica si es un chico?”. Es una vergüenza que acaba por interiorizarse: “el asco que me inspiraba a mí mismo, asco de mi cuerpo deseoso”; y que lleva a la negación de sí mismo y, como consecuencia, a toda una estrategia para fingir ser lo que no es: “Hoy voy a ser un tío duro”.
Eso no es todo. «Para acabar con Eddy Bellegueule» no es solo un libro sobre vergüenza y homofobia, porque los males de la sociedad no aparecen solos y aislados, sino que son parte de un contexto. Este es un libro sobre la pobreza que lo emponzoña todo, que genera clasismo, racismo y machismo, mostrando a una determinada clase baja, mísera, a la que los estragos de la vida solo les deja el consuelo de estar, al menos, por encima de otros: otros vecinos más pobres, otras razas, por encima de las mujeres, de los afeminados. Y en ese entorno donde lo miserable se toma por costumbre, son los que están debajo en la supuesta pirámide de la dignidad los que sufren más: “Yo, que no conseguía ser uno de ellos, de ese mundo tenía que rechazarlo todo. El humo era irrespirable por los golpes; el hambre era insoportable por el odio de mi padre. Había que salir huyendo”.
Édouard Louis consiguió huir y contarlo y, tras el éxito de esta primera novela, repitió el esquema con «Historia de la violencia» (Salamandra, 2018) para relatar otro hecho traumático de su vida, y una vez más con «Quién mató a mi padre» (Salamandra, 2019), componiendo un conjunto de obras que trascienden lo autobiográfico para retratar algunos de los problemas más enquistados de la sociedad francesa (occidental, en general) y convertirse en auténticos ensayos de denuncia social.
PARA ACABAR CON EDDY BELLEGUEULE de Édouard Louis. Traducción de María Teresa Gallego Urrutia. Año de publicación: 2015. Editorial Salamandra. 192 páginas. ISBN: 978-84-9838-648-6
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