«Miss Tacuarembó» de Dani Umpi

Todavía hoy, después de su publicación original en Argentina hace casi dos décadas y de su adaptación cinematográfica en 2011 firmada por Martín Sastre, lanzarse por el tobogán literario de «Miss Tacuarembó» (Interzona, 2004; Blatt & Ríos, 2022) al compás de la prosa reluciente y afilada del escritor, cantante y creador visual Dani Umpi (Tacuarembó, Uruguay, 1974) es una experiencia festiva, divertida y genuinamente hermosa. Y aunque «veinte años no es nada» que diría Gardel -el otro «artista total» nacido en Tacuarembó– sí que puede ser suficiente para que se abran sumideros generacionales y brechas emocionales insalvables entre novelas y lectores. No es el caso de «Miss Tacuarembó». No solo porque sus diálogos incisivos son un festival de la oralidad, un homenaje al arte de hablar y al oficio de escuchar, sino porque en su mezcla hiperbólica de referencias pop (impagable el razonamiento sobre lo que supone usar perfume CK One o Jazz de Yves Saint Laurent), materiales kitsch y pulso melodramático, Dani Umpi se enfunda el traje de los grandes -léase Manuel Puig– y no sale mal parado. De hecho, acaba rascando el magma sentimental que (camuflado en otros conceptos, bañado por otras palabras o articulado en torno a nuevas perspectivas) recorre generación tras generación fundiendo descalabros y alegrías.

Por eso los devaneos de Natalia, la protagonista de la segunda novela del escritor uruguayo -que vio la luz después de «Aún soltera» (Eloísa Cartonera, 2003) y antes de «Sólo te quiero como amigo» (Interzona, 2006) y «Un poquito tarada» (Planeta, 2012)-, mientras vende perfumes en un centro comercial de Montevideo desfilando entre la frustración, las expectativas y las emociones desmedidas son tan reconocibles: porque nos interpelan directamente. Tanto si hemos crecido en los años 80 y 90 del siglo pasado (las coordenadas temporales de Natalia) como si somos integrantes de la Generación Z. Porque el ímpetu que lleva a esta muchacha que con seis años comenzó «a ir a la escuela y, como era previsible, no me gustó» a abandonar su ciudad natal para instalarse en Montevideo con Carlos, su «amiguito medio rarito» de la infancia, sigue ahí. Todavía. Porque seguro que en nuestras vidas también tenemos una némesis como las gemelas malvadas a las que se enfrenta Natalia. Y porque, con toda probabilidad, nos hemos encontrado a personas que, como su madre, hablan «de reconciliación y de recomenzar nuestra relación como si plantara chicles y germinaran».

«Lo que una ha vivido siempre pesa» reflexiona Natalia mientras le da vueltas a las estrategias de marketing que discurrió Cacharel para vender Anaïs-Anaïs. Y no le falta razón, por eso «Miss Tacuarembó» es un ajuste de cuentas con las brumas de la tradición, la religión y el conservadurismo. Un concentrado de telenovelas que seguro habrá disfrutado el escritor colombiano Giussepe Caputo. Un espectáculo de fuegos artificiales donde las palabras estallan al ritmo de «Flashdance» orquestadas por un artista pirotécnico de solvencia contrastada. «Yo sé que algún día encontraremos nuestro lugar y el mundo será nuestro», le augura Natalia a su amigo gay. Ese lugar existe y se expande por la música y las letras del Dani Umpi compositor y cantante (solo comparables en español a las de Carlos Berlanga). Y si no se lo creen -que harán bien- el disco «Lechiguanas» (Yolanda Discos, 2021) o el single «Corazón» (La banda del v.i.p, 2022) a la limón con Goro Gocher les esperan para quedar atrapados en la dimensión umpiana: «Creo que he cambiado. Ya no te mando rosas en las fechas más mimosas». Pues eso. Indicios de arrepentimiento con flow uruguayo.

MISS TACUAREMBÓ de Dani Umpi. Año de publicación: 2004. Edición de la reseña: Blatt & Ríos, 2022. 221 páginas. ISBN: 978-84-124302-3-3

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