Varios son los considerados “tesoros ocultos” de la literatura homosexual; sea por tratarse de libros que no gozaron de reimpresiones ni segundas ediciones, que se volvieron difíciles de conseguir o que fueron opacados por otros títulos de mayor repercusión.
«Las púberes canéforas» (Ediciones Océano, 1983) de José Joaquín Blanco es realmente la antítesis del clásico mexicano. Si bien nunca estuvo a la sombra de «El vampiro de la colonia Roma» (1979) ni mucho menos, lo que sí es verdad es que, fuera de la obra de Luis Zapata y su emblemática novela, a veces pareciera que para los lectores de la actualidad la narrativa homoerótica del siglo XX no hubiera existido. No es un caso aislado. Los libros de este tipo ya solo parecen interesarle a una población LGBT y, concretamente, a un gremio LGBT lector.
La novela de José Joaquín Blanco ha cumplido 40 años este 2023. ¡Y es un novelón! Aquel título rebuscado, poético y un poco mamón es el que da nombre a un libro de rareza intelectual, propositivo, incorrecto, pero, sobre todo, brillante.
«Las púberes canéforas» juega a ser un diario de reflexiones sensuales, luego una suerte de metaliteratura; relato policíaco, una historia dentro de otra donde sus paréntesis son de vital importancia.
La vida de Felipe, un chichifo frutal con aspiraciones de riqueza, y de Guillermo, el narrador burócrata, idealista, melancólico y que sabe mucho, pero nada le sirve. Es un viaje al DF de los años 80. A los mundos nocturnos de una comunidad que disfrutaba los placeres de la doble vida. Las «ventajas» de la clandestinidad expuestas en una novela de tesis.
José Joaquín Blanco no deja de maravillar con su sabiduría cultísima y vulgar al escarbar en los recovecos del deseo subyacentes en esa relación sentimental-comercial que existe entre Felipe y Guillermo. La trama avanza mientras hace ensayo de sí misma. Lanza preguntas, deja anotaciones, se flagela, cuestiona y se mofa de los maricones burgueses que dudan sobre su estilo de vida: el ascenso social solo te convierte en un hetero alineado.
La sabiduría que la calle te da se chinga a la inútil sapiencia que presumen los libros. Pero, carajo, ¡cómo amamos fantasear! Las púberes nos dicen que la fantasía es el sitio donde podemos desbordar nuestras verdaderas pasiones, especialmente, las insurrectas. La ficción es el depósito de los sueños perversos. Como el de La Gorda, el mejor amigo de Guillermo, que anhelaba secuestrar a un chiquillo de su adolescencia para poseerlo en un coito de lucha libre.
«Las púberes canéforas» es un libro polémico. Protagonizado por la juventud. Pero la buscada por los viejos con dinero que se compran muchachos y saben perfectamente que se trata de un amor artificial: delicioso, efímero, no queda de otra más que aprovecharlo; arrebatarle un poco de gozo a este fracaso de perra vida ¿De qué sirve tenerlo todo, y querer más, si tu cama estará vacía?
José Joaquín Blanco, autor del también icónico ensayo “Ojos que da pánico soñar” (1979), celebra un libro atrevido, contracultural, bello. Publicado en 1983, y todavía vanguardista para nuestro siglo XXI.
¡Felices cuarenta años!
LAS PÚBERES CANÉFORAS de José Joaquín Blanco. Año de publicación: 1983 (Ediciones Océano). Edición del libro reseñado: 1985. ISBN: 968-493-027-5