«La mancha» de Enrique Aparicio

Prácticamente magia. Eso es lo que consigue ofrecernos Enrique Aparicio (Alpera, Albacete, 1989) con su primera novela. Un debut literario que a parte de saludarnos con una historia que, como diría Gabriela Mistral, parece «escrita sobre las rodillas, lejos del escritorio» se sustenta en un doble adiós. El de su protagonista Valentín —un marica joven y aplicado que abandonó su pueblo de la Mancha («nunca sabré si me fui porque quise o porque no tuve más remedio») para irse a estudiar a Madrid y al que las circunstancias económicas y la crisis del comienzo de la segunda década del siglo XXI le obligan a volver un verano— y el de su autor. Corresponsable junto a Bea Cepeda del exitoso podcast sobre (principalmente) salud mental «¿Puedo hablar!» y fundador con Rocío Saiz del duo de electropop «Monterrosa», dos proyectos ya concluidos, Enrique ha declarado que con «La mancha» (Plaza & Janés, 2024) se despide de un relato que (vamos a decirlo invocando de nuevo a la poeta chilena) sedimentó en la infancia sumergida para poder adentrarse, a partir de ahora (¿podría ser pronto, por favor?), por otros derroteros narrativos.

Pocas veces un regalo de despedida augura un inicio tan prometedor. Y pocas veces se nos proyecta con tanta claridad en un cielo estrellado, recortado entre carrascas, la demostración de que la literatura es el medio artístico más ricamente empeñado en comunicar lo incomunicable, en articular el silencio. El silencio que atraviesa las calles de Baratrillo, trasunto de muchos pueblos pero también de muchos barrios de grandes ciudades («el horizonte desprovisto de paisaje» al que tiene que regresar el protagonista), y el que se entremezcla en las líneas de un cuaderno azul manuscrito por alguien de su familia que apuntalará la reconstrucción de Valentín. Cogidos de la mano «del tercer maricón más importante de la Mancha, después de Almodóvar y Sara Montiel» vamos a recorrer el mapa del tesoro de la remodelación de un personaje al que el miedo se le encarnó en su cuerpo al saberse distinto a la norma. Un chaval que pasó su infancia y adolescencia esperando un golpe por mariposear demasiado y por no haber sabido controlar su pluma. «Te enseñan a temer una sombra. Le acabas teniendo miedo a cualquier sombra», afirma Valentín al intentar determinar los hilos sociales que entretejieron su juventud. Y con ese temor, argamasa imperativa de calado, se pueden modelar distintas perspectivas vitales: de la servidumbre y el doblegamiento al pulsante interés por comprender(se), pasando por la revancha y el desquite. La elección de Valentín es de una dignidad sangrante.

«La mancha» es el triunfo de la generosidad sobre la nostalgia. La victoria del sosiego frente a la venganza. Un himno generacional que apela directamente a los maricas adolescentes de la primera década del 2000 pero que está afinado con el diapasón del dolor y la vergüenza de todas y todos los que los precedieron. Con una estructura narrativa punteada entre dos épocas, en una suerte de diálogo imposible entre dos personas que no olvidan a qué clase social pertenecen y padecen en carne viva la mancha del fracaso que les ha dejado el sistema que las quiere mansas, el primer libro de Enrique Aparicio esconde tesoros inesperados (la relación entre Valentín y Julio o la mirada herida y dulce de la Primanica) que van a perderse los que piensen que este libro es «solo» literatura LGTBIQ+ y que esas historias no van con ellos. Al contrario, nada más universal que «La Mancha»: darse cuenta de que tus miedos no son los únicos, de que otros bordean el sufrimiento como pueden y de que es indigno que el temor anide en nuestros cuerpos. Valentín lo ahuyentará un estío en el que decidirá contornear el determinismo para llegar a la determinación. Un bello verano que siempre nos sonará a bóveda.

LA MANCHA de Enrique Aparicio. Año de publicación: 2024. Plaza & Janés. 254 páginas. ISBN: 978-84-01-03231-8

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