Leslie Feinberg (Kansas City, 1949 – Siracusa, 2014) no necesitó hexámetros para crear una odisea queer que cartografió antes que nadie (haciendo accesible lo complejo) las luchas, las resistencias y la red de afectos y cuidados que levantan los oprimidos frente a las inacabables blitzkrieg del poder dominante; guerras relámpago lanzadas con precisión -y sin remilgos- en el campo de batalla de la heteronormatividad y el patriarcado, en el frente del racismo o en las trincheras de la conciencia de clase y el sindicalismo. Porque la transversalidad que recorre «Drag King Dreams» (2006; levanta fuego, 2023), un segundo volumen sui generis de la gesta narrativa iniciada en «Stone Butch Blues» (1993; Antipersona, 2021), desenvuelve una letanía demiúrgica que estructura y configura a dominados y dominantes con una claridad apabullante. Y avanza, muchos años antes, la terminología y los conceptos imperantes en los estudios de género actuales.
La autora y militante del partido marxista-leninista Workers World Party siempre pretendió hacer su escritura comprensible. Tanto en sus textos más teóricos («quiero escribir la clase de teoría de género que se pueda leer en la playa sin intimidación», declaraba a una radio estudiantil norteamericana en 1996) como en sus obras más literarias. No obstante, rezumando por la trama argumental de «Drag King Dreams» asoman las enredadas marañas de las estructuras de poder ejerciendo sus múltiples violencias contra el cuerpo, el nombre y el género de Max, una persona trans masculina que sobrevive a base de trabajos en el ambiente y la noche queer de una Nueva York cuarteada por los atentados terroristas del 11-S. A partir de la desaparición de una travesti amiga (Vickie), cuya ausencia sobrevolará toda la novela, acompañamos a Max por la resignificación del concepto de familia (formada por sus amigues Thor, Ruby, Heshie…) y por la confección del patchwork de solidaridad y apegos que se adivina como la única manera de sobrevivir frente a los empellones del sistema. Pero «Drag King Dreams» no solo encara el presente. Aúna pasado y futuro en un poético y político relevo intergeneracional no solo entre la comunidad queer sino entre las víctimas del imperio: «Me inspira la gente que está resistiendo en Irak (…) Y nosotres también tenemos que luchar por nuestras vidas. Es una gran batalla. Así que os digo: ¿por qué no convocamos una manifestación en la plaza Sheridan? Allí mismo, en el lugar de la revuelta de Stonewall».
Así pues, gracias a la labor de la editorial levanta fuego que ha respetado las indicaciones de Leslie Feinberg de no publicar sus novelas con fines comerciales y de facilitar gratuitamente el acceso a su obra (puedes descargarte el libro aquí) y con el barniz de la formidable traducción de Judit del Río y Layla Martínez ya podemos disfrutar en español, casi dos décadas después, de «Drag King Dreams». Su elección por el género neutro (en el libro original aparece el pronombre hir -híbrido de his/her-) es solo una muestra del cuidado puesto en la edición. De esa manera, y tras «Stone Butch Blues», ya son menos las obras fundamentales de la literatura LGTBIQ+ que permanecen sin conocer su versión traducida. Ojalá, por interés y por afinidad electiva con la autora norteamericana, el próximo gran libro en ser rescatado de su edición original sea «Chelsea Girls» (1994, Black Sparrow Press) de Eileen Myles. Los espacios de resistencia sumarían aliades y la norma se descascarillaría un poco más. Como apunta Ruby a Thor y Max en uno de los momentos más sentidos de «Drag King Dreams»: «hay mucha gente esperándonos ahí fuera (…) Solo tenemos que aguantar».
DRAG KING DREAMS de Leslie Feinberg. Primera edición: Seal Press, 2006. Edición de la reseña: levanta fuego, 2023. Traducción de Judit del Río y Layla Martínez. 370 páginas. ISBN:978-84-125204-6-0
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