«Cielos de Córdoba» de Federico Falco

En 2011, nueve años antes de que la inmensa «Los Llanos» (Anagrama, 2020) quedara finalista del Premio Herralde de Novela (en 2021 también ganó el Premio Fundación Medifé Filba), Federico Falco (General Cabrera, Argentina, 1977) desmigó en su primera novela breve «Cielos de Córdoba» (Nudista, 2011; Las afueras, 2020) las claves que lo configuran como uno de los narradores argentinos (y por extensión, uno de los escritores en español) más apasionantes y sugerentes con el que podemos topar. Con permiso de Julián López y con la venia de Roque Larraquy.

En apenas cien páginas, Federico Falco consigue engullirnos en un microcosmos rural (suponemos que enclavado en algún rincón de Córdoba) erigido entre el hospital donde languidece la madre de Tino -el chaval de once años cuyo rito de paso (narrado con una mixtura perfecta entre ternura inconmensurable y atrevimiento formal) incomodaría al etnógrafo Arnold Van Gennep-, el río que va a ser testigo y parte de su primer orgasmo, la escuela donde empieza a vislumbrarse el fantasma del acoso y la casa-museo ufológico en la que Tino («tan chiquito y tan responsable»), en una suerte de inversión generacional, cuida (a su manera) de su peculiar padre dedicado a la búsqueda de platillos volantes. Allí oirá (y le dolerá) por primera vez una palabra que resignificará su identidad. Entre esos parajes y con la mirada iniciática de Tino apuntando al adiós definitivo de su niñez, al verano en que de repente todo cambió, el autor de «Los llanos» zurce los detalles de la vida de un niño para que seamos conscientes de las costuras de los nuestros.

Y es que, más que navegar entre la teoría del iceberg de Hemingway (de acuerdo: los relatos solo muestran una parte de la historia), Federico Falco despliega las velas de su escritura con un imagen musical que explica la delicadeza y la sutil intimidad de sus frases. Es la suya una prosa con sordina. Los diálogos y las esquinas de los párrafos de «Cielos de Córdoba» transforman el timbre de lo narrado recubriéndolo de una pátina de extrañeza, a lo Juan Forn en el cuento «Nadar de noche» (1991; Emecé, 2016). Esa alteración los deposita en la frontera de lo fantástico, descolocándonos y, quizá por eso, permitiéndonos de manera clara reflexionar sobre nosotros mismos a partir de su lectura. De hecho, Federico Falco muestra también su pulso narrativo en los libros de relatos «El salto de los monos» (Emecé 2010; Salto de página, 2014), «Un cementerio perfecto» (Eterna Cadencia 2015; Demipage, 2016) y «222 patitos y otros cuentos» (Eterna Cadencia, 2018).

«Después de algunos problemas de salud, hoy me reincorporo al éter», celebra el locutor de radio de Dos por cuatro, tango, cuya ausencia recorre esta novela breve. El éter. Ese fluido que se suponía que lo llenaba todo hasta que llegó Einstein. Hasta que nos hicimos mayores y todo cambió.

CIELOS DE CÓRDOBA de Federico Falco. Año de publicación: 2011 (Editorial Nudista). Edición de la reseña: Las afueras, 2020. 104 páginas. ISBN:978-84-121457-3-1

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