500 libras al año, un cuarto propio y un rincón a la luz del sol es todo lo que una mujer necesita para convertirse en escritora. Lo descrito por Virginia Woolf, en su libro homónimo a principios del siglo XX, trataba de explicar la importancia de lo que después sería conocido como la emancipación femenina.
Ahora, casi un siglo después, desde esta revista que hoy ponemos en marcha rescatamos el concepto maravilloso del “cuarto propio”: ese espacio íntimo y exclusivo amueblado no solo para la creación sino para la reflexión y el descubrimiento de lo que uno es en el mundo.
Para muchos de nosotros (los torcidos) una habitación no bastaba. A veces la compartíamos con mamá o con los hermanos mayores; luego, al crecer, comprendimos que un cuarto era insuficiente para descubrir quiénes éramos. La soledad y el silencio provocaban el efecto contrario; nos recordaban la extrañeza y la soledad en las que podíamos instalarnos si tomábamos la decisión de ser nosotros mismos. La paradoja del cliché. Los cuartos propios podían transformarse en celdas.
El espacio para conocernos, redefinirnos o inventarnos era mucho más negro y escandaloso.
Los relatos de amor, sexo, amistad y verdad se hallaban solamente en la boca de otros. En la preciosa narrativa oral de un cotilleo…
Antes del auge del Internet, un antro consistía en el primer jardín del Edén para todos los torcidos que se sabían expulsados de la sexualidad correcta. El antro, el bar, el club, la discoteca, la cantina, un vagón del metro, un parque a la medianoche, fueron parte del rito de iniciación; el primer sitio de pertenencia y experimentación al que acudíamos cuando los libros no daban respuestas ni contaban las historias que necesitábamos. Los relatos de amor, sexo, amistad y verdad se hallaban solamente en la boca de otros. En la preciosa narrativa oral de un cotilleo entre los (nuevos) amigos que hacías cada noche del fin de semana.
Lo que para los ojos juiciosos podía significar un desfachatado libertinaje, para otros -nosotros- ese desenfreno sexual era un estallido de inquietudes que cual tarántulas asustadas corrían en todas las direcciones tratando de aliviar el incendio acumulado. Tocar, agarrar, imaginar, escuchar y olfatear algo de placer entre las sombras, humo, música y arcoíris eléctrico era un método para sentir y confirmar que también se podía habitar en el mundo. Quisiéramos o no, el cuarto oscuro era el único mundo que teníamos. Parecido más a la entrada del averno, ahí fue más o menos nuestro primer paraíso. Un paraje para comenzar a vivir nuestras historias.
El magazín Un Cuarto Oscuro nace con la intención de aglutinar pasiones, sinergias, caudal creativo y esas cosas medio aburridas que todavía nos importan a unos cuantos; pertenezcamos a alguna sigla o no, seamos lectores o no. Todo en torno a los libros LGTBIQ+ escritos originalmente en español pero también a los creados en otros idiomas. Sabemos que es una misión difícil. Entendemos que todo proyecto que pretenda incluir a todas las siglas probablemente fracase. Es imposible no discriminar a algunas al hablar un poco más sobre otras, pero vale la pena intentarlo. Prometemos siempre buscar el equilibrio. Queremos tejer una red de complicidades, afectos compartidos y debates amplios alrededor de las historias escritas sobre y por gente como nosotros. Los que no encajaban en la norma y aun con todo supieron hacer arte.
Porque la literatura es, sobre todo, lenguaje. Y el lenguaje aun en las noches más largas se agarra. Se apropia.
Nos proponemos descubrir voces incipientes que recién balbucearon sus primeros relatos y cuya destreza les augura un dulce porvenir. Retornar al pasado para rememorar y rescatar a autores o novelas fundamentales (olvidadas o no) y así poder pavimentar mejor el futuro. Nuestra tradición literaria es viejísima. También queremos reafirmar a los que cada vez más se están consolidando como grandes plumas. Y, claro, molestar, divertir y promover la reflexión con nuestras propuestas y reivindicaciones literarias.
Respecto a la pregunta que planea siempre como un meteorito a punto de impactar: ¿sabemos cuándo y por qué una novela, un relato o una poesía pueden etiquetarse como queer? La exigencia de una definición ya plantea un encuadre epistemológico y estructural determinado. ¿Alguna vez nos hemos preguntado qué es la literatura heterosexual? ¿Verdad que no? ¿Por qué no existe una revista sobre ello?
Pues mientras pensamos por qué no lo hacemos, Un Cuarto Oscuro entiende la literatura queer como un cuadrante en el espacio y en el tiempo, unas coordenadas en el mapa de la creación, un impulso inventivo listo para demoler el centro, una posición excéntrica desde donde el lenguaje florece con otra savia. Porque la literatura es, sobre todo, lenguaje. Y el lenguaje aun en las noches más largas se agarra. Se apropia.
Avanti. Esperamos aún más de esta valentía. Gracias !
Gracias a ti por leernos! Ojalá nos acompañes en esta aventura!!!