¿Cómo llegaste a la idea de “hoy voy a empezar una editorial”?
Todo empezó porque yo estudié Letras Inglesas en la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México), y no sabía qué hacer al graduarme. Todo el mundo dice que no hay futuro para las letras. Yo me especialicé en traducción, pero no sabía qué hacer. Estaba dando clases de inglés y dije “qué hago, qué es lo que voy a hacer el resto de mi vida”, al menos saliendo ¿no? y sin querer, como estaba investigando para la tesis sobre Carmen María Machado, me topé con los datos de que en México casi no hay autores LGBT. Las listas de los más leídos siempre son hombres blancos, señores ya reconocidos de la literatura mexicana o nombres internacionales. O sea, nos venden la idea de que ya estamos leyendo mucha literatura LGBT y escrita por mujeres, pero en lo que reflejan los datos duros, las estadísticas de venta y eso, me di cuenta de que no es cierto, todo sigue muy dominado por ciertas narrativas.
Entonces pensé que estaría padre ver que se está haciendo en México. No creo que no exista nada. Ojalá algún día, así como sueño guajiro, algún día, en algún futuro muy lejano, estaría padre tener una editorial que se especialice solamente en textos LGBT y de feminismos. Y así surgió la idea, pero la dejé, luego la metí a un concurso de la UNAM. Después de varios meses, casi empezando la pandemia, me hablaron. Yo ni me acordaba. Había obtenido una mención honorífica. Nos hablaron de la incubadora de la UNAM y nos dijeron que, si queríamos entrar, preparáramos el proyecto.
¿Qué es la incubadora de la UNAM?
Es un programa que te ayuda a estructurar este tipo de iniciativas. Pero me dijeron “no puedes hacerlo tú sola”, aventarte una editorial, una sola persona, es muchísima chamba. En ese entonces vivía con roomies y todos habíamos estudiado letras y teníamos las mismas ansiedades del futuro. Llegué y les dije “oigan, gané el concurso y me dijeron que para poder participar en el programa hay que estructurarlo”. Te lo juro, estábamos comiendo pizza y en las servilletas fue donde empezamos a apuntar los nombres para la supuesta editorial y ahí surgió. Así, tal cual, en una servilleta juntamos nombres, quedó el Aquelarre de tinta y lo mandamos. Durante ese año de pandemia nos pusimos a hacerlo.
¿Cuál fue el primer libro que publicaron ya oficialmente como editorial?
El primer libro fue «Dicknidad» de Dave Brennan, en 2021. Llegó a nosotros. Todavía no estábamos al aire. Aquelarre de tinta tenía redes sociales, pero solamente estábamos contando lo que íbamos a hacer, nada más. Originalmente nuestra idea era sacar primero dos antologías, pero «Dicknidad» nos llegó como del Internet de las cosas y por cuestiones de tiempo, terminó saliendo primero.
Para ese momento, ¿ustedes ya dentro del aquelarre tenían formado un equipo? ¿cómo decidieron aquello de tú eres el editor, tú te encargas de distribución, tú eres el de ventas, tú el de marketing y tenemos que sacar este libro?
Hubo mucha crisis. La mayoría del equipo es de letras, tenemos una formación de letras, pero necesitábamos, precisamente, otras cosas, tanto administrativas como financieras, de marketing, comunicación, distribución. Necesitábamos no solo saber leer, sino ver qué más había en el entorno del libro. Aparte era una época muy difícil porque todo había cerrado; las ferias, las librerías, las cafeterías, todos los eventos estaban suspendidos por la pandemia.
En realidad, te confieso, todo el equipo de Aquelarre nunca ha estado junto en un mismo lugar… casi todos estábamos en la Ciudad de México por la universidad, pero al llegar el Covid, varios regresaron a otros estados o se movieron de residencia. Nunca ha coincidido que estemos todos juntos físicamente.
La teoría decía que, precisamente los de letras, nos encargáramos de la parte de los libros. Tenemos una chica de marketing y de diseño. Le dije a una amiga de la secundaria, que estudió administración, que me ayudara con las finanzas; luego venía la logística de los eventos, ¿cómo íbamos a promocionarlos? todo era digital y, en teoría cada quien tenía su rol, pero en la práctica, la verdad es que todos empezamos a hacer de todo.
De todas las experiencias que han tenido con los libros publicados ¿cuál ha sido el reto más difícil?
Creo que la parte más difícil justamente es que los proyectos sean sostenibles. Creo que, si de por sí, hablar de libros con las grandes editoriales descubres que tienen muchos problemas en cuanto a distribución y costos, a escala independiente se vuelve todavía más complejo. Es difícil porque tienes que elegir qué quieres. Hay muchas opciones, pero tú tienes que elegir cuál es la que vas a querer y cómo se va a mover el libro. Claramente no somos Penguin, no somos Planeta. Y si hay autores que lo que quieren es ese nivel mediático, pues no se va a lograr de ninguna forma.
Pero también son procesos distintos. A lo que le hemos apostado ahorita es que los libros se lean y que lleguen a las personas indicadas y a los lugares indicados. Para eso, pues, tienes que hacerlo a escalas más pequeñas, pero más conscientes. Esa es la parte difícil: negociar qué es lo que vas a querer. Cada libro tiene su personalidad y cada autor también quiere cosas distintas.
A nivel personal, como directora editorial ¿todo ha sido tal cómo lo esperabas en cuanto al trabajo?
No, bueno, ahorita me ha tocado ser directora de todo. Me he metido en todo, eso ha sido un poco lo que no esperaba. O sea, sí lo esperaba, en abstracto, pero en la vida real fue completamente distinto. Yo decía “¡sí, voy a hacer libros porque me gusta leer y sé corregir!”, y de repente estaba a las dos de la mañana leyéndome el Código Penal y el código de derechos de autor para saber cómo se registraba una obra, o me encontraba a las doce de la noche leyendo cosas del SAT para saber cómo facturar. Claramente esto no es lo que estaba esperando. Quería desvelarme leyendo, pero no estas cosas. Todo ha sido mucho aprendizaje.
De 2021 a la a la fecha, ¿alguna vez les han cerrado puertas? por ejemplo, librerías que les digan que no pueden distribuirlos porque son feminismo y LGBT…
Ha habido lugares muy padres, experiencias bonitas, pero ya una vez que empiezas a moverte te das cuenta de que no todo es color de rosa. Increíblemente no nos han cerrado puertas tanto por ser parte de la comunidad o por el feminismo, sino por ser pequeños e independientes. No te toman en serio.
Por eso buscamos espacios similares a nosotros. Estamos en Somos Voces, que es de la comunidad, en Ú-tópicas que se dedica a feminismos. Así que se hace la mancuerna fácil, pero siento que a veces abrirse a otros lugares más grandes es lo que ha sido complicado porque te ven muy pequeño. Cuando eres una editorial independiente, si bien tienes muchísimas limitaciones, también tienes posibilidades de hacer las cosas diferentes, como tú quieras, presentarte en lugares en las que las editoriales convencionales no llegan porque son espacios alternativos o en lugares inesperados o hacer cierto tipo de publicidad.
¿Cómo ha funcionado hasta ahora el trabajo en conjunto con los autores?
Sí ha variado un poco según con cada autor. Lo que buscamos es que haya un acompañamiento y una relación más horizontal, porque creo que al día de hoy en realidad es relativamente fácil publicar por diferentes medios. Puedes autopublicarte y es relativamente sencillo si tienes las herramientas. “¿Entonces para qué quiero una editorial? si yo lo voy a hacer todo, ¿no?” creo que es muy válido. Es lo que te decía antes, tienes que definir muy bien qué es lo que quieres con cada libro para saber cuál es tu mejor canal. Con los autores la idea es no dejarlos solos y que el proceso editorial sea para que se sientan acompañadas y acompañados de alguna forma dentro de las posibilidades que tenemos.
Después de seis libros publicados, entre las antologías, los poemarios, el libro ilustrado, y con mayor experiencia en el tema, ahora que están en cumpliendo su segundo aniversario ¿qué es lo que buscan publicar de aquí en adelante?
Justamente con todo lo que hemos visto parte de lo que estamos buscando ahora es que sí haya un balance. Eso. Depende mucho de dos cosas: de lo que nos llega y de lo que pedimos. Nosotros sí buscamos que sea diverso, que sí haya algo de cada letra de lo LGBTIQ. Es complicado porque también cada colectivo dentro de la comunidad tiene sensibilidades distintas y formas de hacer literatura distinta.
A mí me ha llamado la atención que, al inicio de todo, esperaba que lo que más nos iba a llegar fuera novela. De verdad, creí que el Aquelarre iba a surgir con novelas, porque en teoría y en cifras, lo que más se lee en México es la novela. Pero no se escribe tanta. O sea, sí, pero no nos ha llegado. Tenemos dos poemarios completos y eso a mí me saca mucho de onda. No creí que se escribiera tanta poesía.
Estamos buscando sacar un proyecto al menos de cada letra. Te digo, dependemos de la respuesta, pero esa es nuestra tirada.
¿Cómo es el proceso de dictaminación y la recepción de manuscritos? Hemos visto las convocatorias para participar en las antologías, pero ¿ustedes manejan una convocatoria abierta o buscan específicamente a los autores y autoras con quién les gustaría trabajar?
Empezamos a diversificar nuestra forma de recibir. La primera es por convocatorias, que son textos que nosotros pedimos y ese sistema nos ha funcionado para antologías. La otra es la recepción abierta a manuscritos; ahí la condición es narrativa, ensayo o poesía, pero las temáticas tienen que ser de la comunidad obviamente. Es muy frecuente que nos lleguen algunas cosas que digo… bueno, una vez llegó algo de religión y yo me quedé fría, así como de “¿por?, o sea, está bien, pero ¿pooor?”.
Mientras sean de nuestras líneas temáticas todo se vale; luego evaluamos el proyecto y ya vemos cuál es la mejor ruta para sacarlo o revisar el texto; precisamente ahorita estamos intentando sacar proyectos por encargo. Estamos en plan de hacer un manual de términos LGBT, ese sí lo pedimos directamente a un colectivo que ya trabaja esos temas, y también nos gustaría empezar a hacer traducciones. Por lo mismo, sabemos que se lee mucha producción extranjera, algunas traducidas, pero viene de España, así que estaría bien tenerla desde México.
Finalmente, con este recorrido en la experiencia de Aquelarre de tinta, en el plano personal ¿qué ha sido lo más gratificante para ti hasta ahora?
Ver el impacto que ha causado. No sé cómo explicarlo. De repente estando dentro de mi casa en pandemia pensaba “estoy publicando, pero a lo mejor nadie vio mi post, llevo tres semanas aquí viendo la pared y no he interactuado con nadie”, ahora que regresamos a las ferias y hemos hecho eventos, lo más gratificante es cuando ves que a alguien le habló algo de lo que estás haciendo.
Yo soy la persona más introvertida del mundo y esto me ha sacado de mi cascarón. A mí brutalmente me dio un desarrollo de personaje a la fuerza. Cuando fuimos a la primera feria yo no sabía qué hacer, cómo interactuar con la gente, pero vi a las chavitas, a los chavitos, a las generaciones más chiquitas emocionarse porque había un libro de cosas gay, o familias que llegaban a nosotros con su “yo no sé nada de esto, pero quiero entender a mi hija”. Eso me impactó mucho, ver a los papás que decían “no tengo idea de nada, pero quiero entender”.
Ver que está sucediendo de forma real para mí ha sido lo más gratificante. Yo siempre decía “espero que esto alguna vez le cambie la vida a alguien” y me di cuenta que a lo mejor, sí, pero a la que le había cambiado la vida fue a mí. Me sacó de estar en mi casa llorando todos los días y me dio una razón por la cual levantarme y responder veinte correos. Eso ha sido lo más bonito de todo, saber que ya no estoy sola en mi habitación.∎