«El corredor de fondo» de Patricia Nell Warren
(«The front runner», Bantam Books, 1974; Editorial Egales, 2002)
«Este libro supuso mucho para mí. De hecho, todavía no estaba casado cuando lo leí. Me fascinó hasta cortarme la respiración. La ceremonia de matrimonio que hicieron me emocionó hasta las lágrimas. Pensé en casarme igual que ellos si me casaba con mi novio. Han pasado muchos, muchos años. Me casé con mi novio de una manera preciosa pero ligeramente más convencional. El día de mi boda fue y será el día más feliz de mi vida.
Años más tarde tuve la fortuna de contactar con Patricia Nell Warren. Una mujer brillante y admirable. Inteligente, observadora, sabia y solidaria. Un referente en unos tiempos mucho más inciertos. Yo adoro su capacidad inmensa de atravesar capas hasta el corazón del lector. En unos tiempos de soledad, incomprensión y dificultades.
Admiro también la gran labor editorial que realizó en España la editorial Egales, muy pionera en la España de los 90.»
Xabier Oñederra Olaizola (lector de Un Cuarto Oscuro)
«La ruta del hielo y la sal» de José Luís Zárate
(Grupo Editorial Vid, 1998; Fondo de Cultura Económica, 2020)
«Cuando se habla de literatura fantástica queer, la mente podría llevarnos de manera inmediata a los best-sellers juveniles de la actualidad, pero al momento de encontrarnos con la novela «La ruta del hielo y la sal» del autor poblano José Luis Zárate (1966) estoy seguro de que más de una persona quedaría gratamente sorprendida con el hallazgo.
En este libro que tuvo una feliz reedición por parte del Fondo de Cultura Económica en el año 2020 nos encontramos con el diario secreto del capitán del Démeter, el barco que trajo a Drácula desde Transilvania a Londres. Digamos que se trata de una historia callada y oculta, una que a Bram Stoker “se le olvidó” poner en las páginas originales de su más famoso libro.
Con un erotismo poético y explícito y unas escenas que van de lo aterrador a lo sensual, nos enteramos del mundo interno y el conflicto terrible del capitán, un cosaco ruso homosexual que desea a sus marineros, que tuvo un trágico amorío de juventud con un muchacho de su pueblo y que es seducido también por el propio vampiro, su terrible pasajero.
A mí, la lectura de este libro me hizo sentir valorado, fuerte, poderoso y, claro está, orgulloso de ser quien soy, pues además de ser un amante, entre otras cosas, de los libros, los vampiros y el mar, también soy parte de la comunidad LGBTIQ+ y que exista una historia que retoma a mi clásico favorito de la literatura universal y lo pinte de los colores que hay del otro lado del arcoíris, respetando siempre la esencia del original, pero dándole un giro con una historia que “se ocultó” a los ojos de los lectores del siglo XIX y que se nos revela a los del siglo XXI es, sin duda, una experiencia maravillosa que a mí me gustaría compartir con todo el mundo. Imperdible recomendación para este mes del orgullo y que sale poco o nada en los rankings más populares del mundo digital.»
Federico Cendejas Corzo (lector de Un Cuarto Oscuro)
«Llámame por tu nombre» de André Aciman
(«Call me by your name», Farrar, Straus and Giroux, 2007; Alfaguara, 2008)
«Este libro llegó a mi vida en un momento que fue de descubrimientos para mí, recién había salido del closet y estaba muy enamorado de ese primer amor que nunca olvidas, que aunque no perduró siempre lo recuerdas muy bonito.
Habíamos terminado nuestra relación y le obsequié el libro, recuerdo que le subrayé la famosa frase que le dice Oliver a Elio: “Llámame por tu nombre y te llamaré por el mío”.
De este libro aprendí a ser más valiente y a controlar mis emociones un poco más, no siempre las cosas suceden como las tenemos planeadas, no siempre terminas tus días con quien quieres pero sí aprendes a disfrutar los momentos de felicidad con la persona que tengas a tu lado en ese preciso instante.»
Andrey Ruiz Ramírez (lector de Un Cuarto Oscuro)
«Todos mis sueños, tuyos» de Sofía Olguín
(Stonewall, 2012)
«Súbitamente me vino a la memoria una novela que leí hace treinta años. ¿Qué novela era? ¿Cómo se titulaba? ¿Dónde la tenía guardada? ¿La habría prestado? ¿La saqué de la biblioteca? Eran muchas las preguntas que me hacía. No recordaba nada. El tiempo había borrado todas las respuestas de mi memoria. Pero no me iba a dar por vencido tan fácilmente. La novela lo merecía. Quería brindarle mi pequeño homenaje.
La busqué entre todas las novelas que me han acompañado en mi vida. Fui mirando estantes, cajones, armarios… pero no la localizaba. Entonces fue cuando dudé de su existencia entre mis pertenencias. Pensé que, en algún momento, la habría prestado y ya nunca más volvió a mí… Decidí volver a intentarlo. En un estante de mi biblioteca atisbé un libro que me llamó la atención porque era diferente al resto. Antes me había pasado desapercibido. ¡Estaba forrado con papel de periódico! Deslicé los dedos y lo extraje del estante. Retiré el papel que lo cubría y descubrí que era la novela que andaba buscando. Sentí una gran emoción. Miré la portada, la contraportada, la editorial, el título… de pronto todo me vino a la memoria. Y empecé a recordar…
Yo tenía diecinueve años por aquel entonces. Ahora tengo cincuenta. La novela me la regaló un chico que se había enamorado de mí. Él era mayor que yo treinta años. Vivimos un amor disimulado por aquellos años, no sólo porque era una relación entre dos hombres sino también por la diferencia de edad que había entre nosotros. Ni amistad podíamos fingir, yo tan joven, él tan mayor… Recordé que yo me avergonzaba de esa diferencia de edad y nos veíamos a las afueras de la ciudad para que nadie nos reconociera… Eran años en los que “nuestra verdad” se ocultaba. Me regaló la novela el día de mi cumpleaños: cumplía veinte. Retiré el papel de regalo. Era un libro. Me dijo con tímidas palabras: “Cómo sé que te gusta tanto leer…”
Efectivamente era el mejor regalo que alguien me podía hacer. Lo que más me llamó la atención fue la portada: había dos jóvenes semidesnudos, uno acostado y el otro observándolo en pie. Nunca había visto nada igual en un libro. Por eso, decidí cuando llegué a casa forrar la portada con papel de periódico para ocultarla. Esa novela era una auténtica provocación en aquellos años.
Leí el título: «Todos mis sueños, tuyos» de la autora Sofía Olguín. Pensé: “Qué título más bonito”. Pero en el fondo estaba escandalizado. Fingí ante él, para que no pareciera un desprecio. Cuando terminé de leer la novela comprendí que yo no estaba enamorado de aquel chico porque mi historia con él no tenía nada que ver con la historia de amor que había leído en esa novela. Con mucha tristeza se lo dije.
Y desapareció de mi vida para siempre.
Lo único que me queda de él, es esta novela.»
Francisco Pellicer (lector de Un Cuarto Oscuro)
«El amor del revés» de Luisgé Martín
(Anagrama, 2016)
«Escoger solo un libro es complicado. Podría llenar líneas con mis títulos favoritos y los motivos, y aún así sentiría que pude haber dicho más. Lo que es verdad es que el sentimiento de orgullo no lo experimenté siendo un lector tan joven. Hay libros con los que aprendí a leer, descubrí la identidad, sentí una conexión intelectual poderosa, incluso, me excitaron. A todos ellos podría nombrarlos, pero la sensación de orgullo vino años más tarde. Fue con «El amor del revés» de Luisgé Martín. Autobiografía novelada y analítica de cómo un día el autor, adolescente, se promete jamás salir del clóset.
Recuerdo terminar cada sesión de lectura con una sonrisa de satisfacción, por descubrir cómo resolvía las peripecias de su vida secreta, y un sentimiento raro parecido a la melancolía. Me preguntaba «¿Por qué nunca me había sentido orgulloso de mí mismo?», había pasado la etapa de aceptación, declaración, de amores gozados, hasta de cierto éxito, pero jamás había estado orgulloso de mí. Incluso, sentí algo de orgullo cuando nadie notaba lo que realmente pasaba conmigo. Ya sabía que «El amor del revés» terminaba con la boda pública de Luisgé, pero por primera vez pude apreciar que en efecto, metáfora utilizada por el autor, a uno le sigue tomando años y silencios dejar de ser cucaracha para convertirse en ser humano.»
Luis Romani (Director de redacción de Un Cuarto Oscuro)
«Nadan dos chicos» de Jamie O’Neill
(«At swim, two boys», Scribner 2001; Pre-textos, 2005)
«La memoria es una cabrona ingobernable. Puede germinar en cualquier resquicio pequeño del pasado y construir evocaciones casi desde un detalle insignificante. Por eso no acabo de fiarme mucho. Pero recuerdo aquella tarde con una precisión sospechosa. Fue mi tarde del Orgullo. Estaba en la facultad intentando coger apuntes de manera más o menos ágil cuando el profesor de Hermenéutica entonó con su voz desgastada esta sentencia: «y así, alrededor de los pozos, siempre vinculado al agua, es como nació el lenguaje». Agua y lenguaje. ¿Cómo no lo había visto antes? De repente una hebra invisible trenzó tres de mis obsesiones recurrentes: la canción «Nightswimming» que R.E.M. lanzó en 1992, el cuento «Nadar de noche» que Juan Forn publicó en 1991 y el libro que recién me había hecho sentir una deslumbrante sensación. Un pulso que comenzaba pareciéndose a un estado de excitación constante por cómo un escritor podía sumergirse hasta el fondo de las palabras y barajarlas con una armonía pasmosa (ahí el agradecimiento será infinito para el traductor Antonio Rivero Taravillo) y acababa llenándome de orgullo. Orgullo por saber decodificar esos largos hasta el faro de Muglins Rock. Orgullo por no olvidar nunca de dónde vienes. Orgullo por esas vidas que no pudieron desarrollarse como sí pudo la tuya.
Y es que, «Nadan dos chicos» de Jamie O’Neill (elaborado pacientemente durante diez años mientras Jamie trabajaba como celador en una fundación psiquiátrica de Londres) propició una descarga eléctrica en mi conciencia. De repente, Michael Stipe cantando aquello de The fear of getting caught / Of recklessness and water / They cannot see me naked, el hijo que le pregunta a su padre a los pies de la alberca diseñada por Juan Forn «¿papá, cómo es estar muerto?» y la bahía de Dublín de 1915 y 1916 en la que se enamoran (mientras nadan) Jim y Doyler se fundieron en una constatación poderosa que siempre me acompaña. Agua y lenguaje. Oceános y escritura. Y desde entonces, cuando las hordas del odio hacen que me sorprenda «poniendo una boca triste (…) entiendo que es más que hora de hacerme a la mar tan pronto como pueda». Melville rimando con O’Neill. Orgullo LGTBIQ+.»
Gustavo Forcada (Director editorial de Un Cuarto Oscuro)