En el ancho y vasto océano de las adaptaciones cinematográficas de libros, los de temática LGTBIQ tienen una isla especial, ya que constituyen de las mejores versiones en pantalla de la literatura. Ejemplos van de un celebrado «Call me by your name», cuya popularidad de la película hizo que el libro y el resto de la bibliografía de su autor André Acimán fueran traducidos a decenas de idiomas y múltiples ediciones, al éxito reciente de la serie «Heartstopper», basada en las novelas gráficas de la escritora Alice Boseman que goza ahora de un reconocimiento internacional.
Las películas LGBTIQ basadas en un libro representan más allá que un éxito de la pantalla, pues muchas de ellas han contribuido a la difusión de libros censurados en su momento o recluidos al olvido. El impacto cultural en la mente de los espectadores es también un impacto literario, pues el cine, nos lleva de regreso a los libros.
Estas son seis películas basadas en libros LGBTIQ que quizá no conocías.
«La calumnia»
(«The children’s hour», William Wyler, 1961)
20 de noviembre de 1934. Broadway. El Maxine Eliott’s Theatre acoge el estreno de un obra escrita por la gran dramaturga y guionista Lillian Hellman, «The children’s hour», que supone un auténtico tornado entre las butacas de la milla de oro del teatro y que se representará de manera ininterrumpida durante 691 funciones. Dos profesoras y fundadoras de un internado femenino (Karen Wright y Martha Dobie) son acusadas de lesbianismo por una alumna menor que traza un trágico plan para vengarse de ellas por no creerse sus mentiras. Después de adaptarla al cine en 1936 teniendo que borrar toda mención a cualquier sentimiento lésbico en «Esos tres» («These three»), William Wyler volvió a dirigir en 1961, acercándose más a la narración original, la versión cinematográfica del texto teatral que llegó a las pantallas españolas como «La calumnia». Las interpretaciones de Audrey Hepburn y Shirley McLaine envuelven en celofán venenoso una película que, referenciándola a su contexto, da buena cuenta de las consecuencias de desafiar al régimen normativo.
«Querelle»
(R.W. Fassbinder, 1982)
Con la publicación en 1947 de «Querelle de Brest» acompañada de las dos docenas largas de ilustraciones de Cocteau, Jean Genet tocó hueso en la moral de posguerra y dinamitó cualquier acercamiento naif a su arte literario. 35 años después de lanzar a navegar por la iconografía homosexual a uno de los marineros que más ha levado las anclas del sometimiento y la (per)turbación, Rainer Werner Fassbinder filmó su testamento cinematográfico con una película que ensambló a lengüeta y ranura el universo sórdido y siniestro del escritor francés con el porte melodramático, excesivo y preñado de arrebato del director alemán. Dos galaxias que al colisionar no se fagocitaron, se expandieron. Protagonizada por un Brad Davis que bordó el personaje de su (corta) vida y una inolvidable Jeanne Moreau en el papel de la perturbadora Madame Lysiane, «Querelle» se convirtió en una de las películas indispensables de la década de los ochenta y en un pedazo de celuloide que muchos quisieron oculto sin lograrlo. Todavía.
«No se lo digas a nadie»
(Francisco Lombardi, 1998)
Adaptación de la novela homónima de Jaime Bayly. No solamente fue su debut como escritor, «No se lo digas a nadie» (1994) representó un hito en el Perú de los noventa. El primer libro en abordar el tema de la homosexualidad de manera explícita y pública. La historia de Joaquín (personificado por Santiago Magill) un joven de la alta burguesía limeña que descubre, en medio de un contexto con el machismo más conservador, su otra identidad sexual. Joaquín se desarrolla entre episodios de reafirmación por la heterosexualidad, el coqueteo y luego los vínculos con otros hombres. Libro polémico en la carrera del ahora presentador y periodista, muchas veces cuestionado, cuya publicación logró ver la luz gracias al arropo de Mario Vargas Llosa que insistía en la excelsa calidad literaria de la novela. «No se lo digas a nadie» fue la primera película peruana de tema gay y, claro está, padeció la censura nacional de la época. Hoy día, un clásico que recuerdan los hombres adultos que conocieron la historia en la televisión por cable a principios de siglo.
«Carol»
(Todd Haynes, 2015)
Ya lo había logrado en 2002 en «Lejos del Cielo» («Far from heaven») pero lo tildaron de revivalista melancólico. Trece años después el espíritu de Douglas Sirk no lo abandonó y Todd Haynes firmó uno de los melodramas mejor pespuntados de las últimas décadas. Una imitación a la vida en toda regla escrita sobre el viento del amor que desafía a las convenciones sociales del momento y a lomos del afecto que no responde a otra cosa que a él mismo. Y es que, siempre hay un mañana. Eso parece decirnos el director estadounidense al adaptar «El precio de la sal», título original de la novela que Patricia Highsmith tuvo que publicar con seudónimo (Claire Morgan) en 1951. Jugando con un lenguaje cinematográfico clásico cuyas reglas conocemos todos, Todd Haynes engarza el aliento de algo nuevo, de unos sentimientos desbordantes cuyo denuedo no habíamos notado hasta ahora contados de esa manera. Dos mujeres (Cate Blanchett y Rooney Mara) se encuentran en mitad de un paisaje humano y espacial inspirado en las fotografías de Vivian Maier. ¿Qué podría salir mal? Pues eso: solo el cielo lo sabe.
«Tengo miedo torero»
(Rodrigo Sepúlveda, 2020)
Dicen que Pedro Lemebel no solo aprobó el guion que adaptaba su única novela, publicada originalmente en 2001, sino que también tuvo un voto importante a la hora de definir al actor que protagonizaría la película: Alfredo Castro. La trama presenta a la Loca del Frente, un anciano travesti que borda manteles para las casas de los altos mandos militares durante la dictadura de Pinochet. Una noche, cuando un grupo de carabineros irrumpe un burdel para asesinar travestis, La Loca es rescatada por Carlos, y cae rendida ante él. Carlos, interpretado por el actor mexicano Leonardo Ortizgris, es realmente un guerrillero de la extrema izquierda que busca llevar acabo un atentado contra el régimen y para ello necesita la ayuda especial de la Loca; haciéndole creer, que su amor pudiera ser correspondido. La película tuvo un buen recibimiento por parte de la crítica cinematográfica, pero también detractores en la critica literaria, que tacharon al filme de Rodrigo Sepúlveda como una fallida adaptación del libro de Lemebel. Lo que es cierto es que las editoriales continúan publicando la obra del autor chileno, llegando cada vez a otros puertos.
«Aristóteles y Dante descubren los secretos del universo»
(«Aristotle and Dante discover the secrets of the universe», Aitch Alberto, 2022)
La versión cinematográfica del aclamado best seller de Benjamín Alire Saénz lleva los últimos años en la expectativa. Los rumores de su filmación iniciaron desde antes de la pandemia en 2020 y en 2022 un primer teaser reveló que la película estaba lista. Este coming of age cuenta el verano en que Aristóteles (Max Pelayo) conoce a Dante (Reese Gonzales); dos adolescentes que cosechan una amistad íntima en medio de El Paso mientras asistimos a la búsqueda de Ari por reafirmar su identidad chicana y el estar cómodo con una cultura fronteriza que lo hace sentir desconectado. Ari crece, tiene novias, conduce una camioneta, trata de madurar y de comprender qué es realmente lo que siente por su amigo Dante. La película, producida de manera independiente, ha sido estrenada en festivales desde el año pasado y aunque a la fecha no se ha publicado ningún tráiler que revele más detalles, es sin duda uno de las adaptaciones literarias LGBTIQ más esperadas de 2023, por lectores de todas las edades.